¿Estás seguro de que lo que comes es halal?
En los últimos años, venimos siendo testigos sobre cómo la etiqueta “halal” se ha convertido en un broche sumamente codiciado, muy poco respetada, y de la que ciertas certificadoras sin escrúpulos, en su afán por convertirla en un valor extra con la que incrementar sus ventas, ofrecen a ganaderos y productores como si de un trofeo se tratara. Un objeto de deseo que muchos ambicionan y no dudan siquiera en denigrarlo hasta convertirlo, al menos moralmente hablando, en fraude de ley
En la actualidad, es frecuente encontrar en el mercado toda una variada carta de ternera halal, pollo halal, cordero, pavo, conejo, cabrito… que, junto a la amplia gama de sus derivados cárnicos, se ofrece a disposición del consumidor como si, efectivamente, cumpliera con los preceptos religiosos, pero ¿realmente es así?
El rediseñado concepto de “bienestar animal” abandera unas prácticas que han conseguido infiltrarse en nuestra concepción animal, cuidado, sacrificio y equilibrio natural, hasta tal punto de que no son pocos los musulmanes que defienden sus postulados a la hora de proveernos de carne. Granjas participativas, pequeñas explotaciones sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, alimentación ecológica, ausencia de suministro de hormonas de crecimiento y engorde, control de los fármacos suministrados, etc., son plausibles allá donde las haya, ahora bien, someter a los animales a una tortura previa a su sacrificio, no puede admitirse como halal, se mire por donde se mire.
Múltiples son las prácticas permitidas y alentadas que, bajo ese errado pretexto de aturdimiento en post del bienestar animal, proporcionan un sufrimiento totalmente gratuito e innecesario al animal: aturdimiento mecánico con pistola de perno cautivo, penetrante o no; arma de proyectil libre, dislocación cervical, golpe contundente en la cabeza; aturdimiento eléctrico: aplicado sólo en cabeza o en cabeza y cuerpo, baño de agua eléctrico; aturdimiento por gas: por CO2 en altas concentraciones, dióxido de carbono y gases inertes, entre otros, son los métodos de aturdimiento que reconocen y aconsejan tanto la Unión Europea como el Ministerio de Sanidad a través de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), y cuya defensa, consideramos, responde a la solapada estrategia que permita sacrificar el mayor número posible de animales por hora/día, con el único fin de obtener mayores y más rápidos beneficios económicos.
La legislación vigente por la que se rige la industria cárnica española, contempla la práctica halal y kosher original respetando el sacrificio animal por rito religioso sin ningún tipo de aturdimiento.
En los próximos días, elhalal.es publicará una serie de artículos con los que el lector podrá conocer, de forma clara y sin aditivos, los diferentes métodos de aturdimiento que los intereses económicos y de producción quieren imponer a la práctica religiosa, así como que pueda reconocer qué certificadoras admiten el aturdimiento, alguna incluso a “petición del cliente”, y todo ello bajo el amparo de términos como: “halal”, ya sea en español o en árabe, “garantizado” y otros, y siempre sin informar sobre el método de sacrificio aplicado.
ACOHACE fiel a sus principios éticos fundacionales, pretende generar un cambio de conciencia que empodere al consumidor con el fin de que no se deje seducir por el marketing de mercado, pregunte en su carnicería o establecimiento habitual sobre la forma en que ha sido sacrificado el animal cuya carne desea adquirir y compre en consecuencia.
Porque un consumidor informado puede decidir: pregunta por el método de sacrificio antes de comprar. Elige halal. No seas cómplice.
Si detectas alguna anomalía en productos etiquetados como halal, escribe a info@acoha.es