CEUTA NO APRENDE

Aduana, un fiasco difícil de olvidar

foto.cedida,el pueblo
/ La prueba, una más, pareció una parodia de perfil infantil ante el rigor de la autoridades marroquíes

Esta vez  el amago iba precedido de “exportación”, sin embargo, nada de eso hubo, ni prueba ni exportación. Marruecos ordenó al vehículo procedente de Ceuta que diera la vuelta y se fuera.

¿Qué significa todo esto? Significa que todo se está haciendo mal, y que cuando las cosas se hacen mal, pues salen mal. No pueden salir de otra manera.

Mandar una furgoneta cargada de productos –no se sabe cuáles- sin que esté definido el procedimiento resulta difícil de creer, pues en una aduana lo que prima –y de lo que más hay- son normas regulatorias, pero salta a la vista que en este caso todo está en ciernes y que aún no hay nada claro, salvo la espontaneidad de las acciones y las declaraciones inconclusas.

Para que exista un paso comercial habilitado como aduana se necesitan varias figuras. Una es la del exportador (vendedor); otra es la del importador (comprador); se necesita también un agente de aduanas y por último unas reglas a las que deben atenerse todos los citados. Si no hay reglas no podrá haber despachos de aduanas, es decir, ni comprador ni vendedor podrán cumplir sus deseos. El episodio de la furgoneta devuelta evidencia la falta de todas esas cosas.

Por un lado, no se sabe quién hacía de exportador, tampoco quién hacía de importador; menos aún, el nombre del agente de aduanas, así como que tampoco se conocen los baremos impositivos a aplicar a la pretendida expedición comercial. Todo muy rocambolesco y falto de la seriedad a la que debe ceñirse todo procedimiento de exportación-importación.

Marruecos actúa protegiendo sus intereses. Puede presumir de tener un puerto que ya figura entre los tres más importantes del mundo, no solo por número de contenedores, también porque ha conseguido automatizar todos los procedimientos de entrada y salida de mercancías. Los camiones tardan minutos en ser despachados, y esto ha convertido a Tánger-Med en uno de los puertos más ágiles del mundo.

Otra cosa a tener en cuenta es que a los importadores en Marruecos se les exige estar en un registro específico, así como debidamente definidos en los sectores en los que actúan. Para los casos de importaciones agroalimentarias, existe la Oficina Nacional de Seguridad Alimentaria, ONSA, que se encarga de todos procedimientos relativos a la introducción en el país de productos destinados al consumo humano y animal. No hay ausencia de normas, y todas ellas son de fácil acceso.

Si tenemos en cuenta todo lo dicho, resulta algo difícil de creer que los importadores marroquíes vayan a cambiar sus hábitos de compra  por Tánger-Med sustituyéndolos por la incertidumbre que conlleva hacerlo por Ceuta.  Tendrían que disponer de ventajas impositivas muy importantes para tomar  ese tipo de decisiones, cosa que puede definirse como del todo imposible.

Por otro lado, la afirmación de que solo podrá cruzar un camión en un sentido y otro, conlleva preguntas a las que nadie responde. ¿Quién decide/selecciona  desde Ceuta a los aspirantes a exportador? ¿Quién es el valiente importador que desde Marruecos se atreverá figurar como comprador, teniendo, como tiene, a Tánger-Med a pocos kilómetros? ¿Qué productos podrán cargarse desde Ceuta y desde Marruecos? ¿Qué aranceles, TVA y otros gastos de despacho tendrá que pagar el valiente importador marroquí? ¿Cuáles son los transitorios habilitados para agenciar los procedimientos aduaneros? ¿Cuál es el impacto en la declaración de la renta del valiente importador marroquí?, y hay muchas más, pero esas preguntas son las que exigen respuesta inmediata.

Asimismo, se echa en falta un posicionamiento claro de la Confederación de Empresarios, pues la Cámara no entiende de estas cosas ni parece que le interese hacerlo. No parece de utilidad pública y  su tiempo está destinado en exclusiva a captar fondos.